El tema fue así, ayer, después del partido, fuimos con mi mamá y Ale a la cancha. Ahí nos encontramos con el Tío Iván. Estuvimos un buen rato, llegaba cada vez más gente y no había espacio ni para agitar la bandera. Fue entonces que Ale dijo que estaba cansado.
Lo llevé hasta la casa del padre y acto seguido volví a la cancha donde me entretuve, como todos, mirando a la gente con gorritos raros, muñecos, disfraces y alusivas pintadas en la cara; cantando todas las canciones de aliento para Banfield habidas y por haber; recordando gentilmente a los clubes rivales (Grana, CALA) y puteando con todas las letras a los idiotas que se seguían trepando al alambrado para saltar al campo a pesar de que por el altavoz anunciaban que los jugadores no salían a la cancha si no se bajaban.
Llegaron los jugadores, se metieron todos al campo, el campeón dió la vuelta y cuando se acabaron los fuegos artíficiales, lo que quedaba de la Abuela Graciela y yo fuimos caminando y cantando bajito para casa.
Veo entonces un mensaje de Luis en el celular donde decía que estaban en la cancha. Resulta que cuando pasaron los jugadores por Maipú y Alsina él y Ale siguieron la marcha de la gente hasta terminar en la platea, donde vieron, cómodamente, la vuelta y los fuegos artificiales. La verdad, me alegró mucho que el chancho no se los hubiera perdido porque fue un momento realmente lindo y no se lo va a olvidar más.
Hoy a la mañana, el SMS decía (textual):
"Tu hijo se levantó y sus primeras palabras fueron:
'si sos del Grana, p..., te querés matar!'
jajaja"
De más está decir que me morí de risa todo el día pensando en eso. Más tarde, a la salida del Jardín, le pregunto a mi hijo como le fue ayer.
- ¿Sabés qué? Papá me llevó a ver a los jugadores de Banfield... ¡y era la misma cancha que fuimos con vos!