Sábado Morning, me despierto justo para ver cuando el enano se levanta medio zombie de la cama y pasa al comedor como quien se mueve por su casa en ausencia de visitas. Es decir, en calzones.

Gracias a que desde mi almohada tengo el ángulo justo para ver el sillón y que la puerta del dormitorio está siempre abierta, lo veo sentarse en el living y ponerse a jugar con sus cositos para armar cositos, luego de, ocviamente, prender la tele y sintonizar un canal infantil.

Me dispongo a alargar mi momento de fiaca mañanera mientras sea posible y no puedo, no puedo, me meo de risa, cuando escucho su vocecita cantando:

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