Anoche después que Ale se fue a dormir quedaron, junto al Arbolito y el pesebre, las zapatillas de él. Habíamos quedado en que él ponía las zapatillas y yo agregaba el agua y el pasto para los camellos. El pibe es definitivamente un explotador: va a llegar lejos.

Agregué los regalos, una cacerola con un poco de agua (apenas un chorrito) y dejé un manojo de pasto arrancado del fondo estratégicamente esparcido alrededor de la escena del crimen, y me acosté.

Hoy a la mañana lo desperté suavemente, le dije que habían pasado los Reyes y me sorprendió que fuera primero al baño sin apresurarse a mirar qué había. Su parsimonia denota que es hijo único y sabe que nadie le va a tocar nada, ¡en familias grandes eso no pasa!

Se quedó contento con los regalos (¡qué alivio!) y no hizo preguntas incómodas. Sin embargo, el espíritu de estas nuevas generaciones preocupadas por la ecología y el reciclaje se hizo notar:

- Ese pastito que quedó lo podemos utilizar para los Reyes del año que viene.

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